“Ich bin ein berliner” (yo también soy un berlinés), dijo Kennedy en su primera visita a Berlín, en plena Guerra Fría.
Hoy, todo aquel que conoce la capital de Alemania, reconoce el sentido de esta frase; y es que ninguna otra ciudad resume mejor la historia de un país y de un continente. Pasear por sus calles permite acercarse a los 800 años de la capital más joven de una Europa, cuya historia del siglo XX no se puede explicar sin entender la historia de Berlín.
Grandiosa y fascinante, tanto en su pasado como en su presente, la vieja capital de Prusia, es hoy la capital de una joven Alemania reunificada y donde, desde 1990, se ubica el Gobierno Federal. Una metrópoli dinámica, ecléctica y cosmopolita, donde la diversidad de posibilidades hace a veces difícil la elección: más de cincuenta museos, arquitecturas fascinantes, multitud de festivales, tres óperas, e incluso un jardín zoológico en pleno centro, hace que la visita a Berlín no pueda ser fugaz.
Los distintos barrios de la ciudad como Tiergarten, Mitte, Kreuzberg e Prenzlauer Berg poseen una identidad propia. Berlín reúne, como ninguna otra urbe, aspectos propios de una pequeña ciudad y de una metrópoli histórica, siempre rodeada de una frenética actividad, vanguardismo y meditación contemplativa. Su superficie, ocho veces superior a París, está formada, en casi un tercera parte, por bosques, parques y jardines, que suponen un atractivo más de la vida berlinesa.Por ello, el visitante sólo tiene que liberar sus sentidos y prepararse para un viaje plagado de descubrimientos.
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